Fragmento extraído del Fasciculo 1 de la Historia de los Comics de Toutain.
La semilla del comic americano hay que buscarla en Alemania.
Los “niños terribles” de Wiljelm Busch, Max und Moritz, fueron vistos por
William Randolph Hearst, el magnate de la prensa americana, quien importó la
idea básica para su nueva sección a color en el “New York Journal”.
Hearst asignó la idea a uno de sus dibujantes de su equipo, un joven de 20 años llamado Rudolph Dirks. El título elegido fue TheKatzejammer Kids, significando literalmente Katzenjamme “los maullidos de los gatos”, una expresión de argot para describir la “resaca”. Después de la primera aparición de los dos personajes principales, Hans y Fritz, el 12 de diciembre de 1897, su popularidad estaba asegurada. Sus nombres se hicieron sinónimos de niños rebeldes, y sus peripecias fueron seguidas ávidamente por todo el mundo.
Hearst asignó la idea a uno de sus dibujantes de su equipo, un joven de 20 años llamado Rudolph Dirks. El título elegido fue TheKatzejammer Kids, significando literalmente Katzenjamme “los maullidos de los gatos”, una expresión de argot para describir la “resaca”. Después de la primera aparición de los dos personajes principales, Hans y Fritz, el 12 de diciembre de 1897, su popularidad estaba asegurada. Sus nombres se hicieron sinónimos de niños rebeldes, y sus peripecias fueron seguidas ávidamente por todo el mundo.
Los psicólogos han estudiado la tira por su orientación
ideológica, típicamente americana, de la familia dominada por unos niños con
fuertes elementos de anti-autoridad. Mama es la figura excesivamente indulgente,
el Capitán es la representación de la autoridad paterna que los díscolos
muchachos se complacen en desafiar con su inagotable reserva de jugarretas,
también se divierten desafiando al Inspector, quien representa la autoridad
escolar. Naturalmente son castigados al final, pero sabemos que volverán una y
otra vez con sus travesuras.
El fondo de acción se sitúa probablemente en algún lugar
habitado por nativos de color y, ocasionalmente monos. No estamos muy seguros
ni siquiera de que Mama y el Capitán se hayan casado después del naufragio de
su barco en estas costas, pero hasta el momento nadie se ha quejado de su
probable concubinato.
En 1912, Dirks sintió que se merecía sobradamente unas
vacaciones de un año, pero Hearst dijo “no”. Dirks, entonces, se despidió y
comenzó a trabajar para el periódico rival, el “New York World”. Hearst se
querelló y los tribunales decidieron que eventualmente él era el poseedor de
The Katzejammer Kids pero que Dirks podía dibujar los mismos personajes para
quien quisiera, con diferente título. Eso llevó a la extraña situación de
coexistencia de los mismos personajes publicándose simultáneamente en dos
periódicos. El nuevo título de Dirks, Hans und Fritz fue cambiado por el de The
Captain and the Kids durante la primera guerra mundial, a causa de los
prejuicios existentes en los EE.UU contra los alemanes. Hearst contrató a
Harold H Knerr para continuar los Katzenjammers. Ese título fue cambiado durante la guerra por The Shenanigan Kids,
presumiblemente en la esperanza de que los lectores creyeran que los niños con
acento alemán eran ahora irlandeses. Después de la
guerra se restituyó el título original, The Katzenjammer Kids, pero Dirks siguió manteniendo el de The Captain and the Kids. Empecé a leer ambas tiras alrededor de 1930, y mis preferencias fluctuaban entre ambas, en ocasiones me fascinaba Dirks con su estilo fluido, sus figuras redondeadas y sus salvajes escenas de acción. En otras ocasiones, las cualidades más disciplinadas de Knerr y la excelente construcción de sus guiones eran lo que me seducía. Ambos eran excelentes dibujantes y humoristas de primer orden, con una capacidad aparentemente inimitable para inventar jugarretas para los niños, lo cual hacía mi admiración aún más profunda.
guerra se restituyó el título original, The Katzenjammer Kids, pero Dirks siguió manteniendo el de The Captain and the Kids. Empecé a leer ambas tiras alrededor de 1930, y mis preferencias fluctuaban entre ambas, en ocasiones me fascinaba Dirks con su estilo fluido, sus figuras redondeadas y sus salvajes escenas de acción. En otras ocasiones, las cualidades más disciplinadas de Knerr y la excelente construcción de sus guiones eran lo que me seducía. Ambos eran excelentes dibujantes y humoristas de primer orden, con una capacidad aparentemente inimitable para inventar jugarretas para los niños, lo cual hacía mi admiración aún más profunda.
Siguieron varias imitaciones del tema, que desaparecieron
igualmente sin dejar demasiada huella, y las series originales son las únicas
que sobreviven actualmente. Dirks siguió su producción en activo durante casi
70 años. Cuando murió, en 1967 y a la edad de 91 años, su hijo, John, que había
sido su ayudante, heredó la serie y actualmente sigue aún deleitando a los
lectores. “The Katzies”, que es como se conoce afectuosamente la tira de Knerr,
ha sido dibujada después de su muerte y en primer lugar por Doc Winner, y tras
él por Joe Musial. No se me ocurre ninguna otra creación en el campo de las
artes, de la literatura o del teatro, que haya gozado de tan amplia y fiel
audiencia durante 80 años, como se da en el caso de los personajes de Dirks.
Ojala puedan continuar sembrando la discordia por toda la eternidad.
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